Humo
Está todo a oscuras. Sólo existen, en ese momento, la silla
sobre la que me siento y el paquete de cigarros.
Con mano temblorosa, deslizo mis dedos dentro del bolsillo
del pantalón y saco la cajetilla. La abro, rozo con la yema el filtro de cada cigarrillo
y escojo uno al azar, tirando la cajetilla sobre el alféizar de la ventana.
Coloco el cigarrillo entre mis labios, no sin dificultad
debido al temblor de mis manos, e intento encenderlo.
Me doy cuenta de que el mechero está dentro de la cajetilla,
y maldiciendo me levanto y me siento en el alféizar.
La luna brilla como nunca antes había brillado para mi, pero
también es verdad que nunca antes me había parado a contemplarla como ahora.
Antes tenía cosas que ocuparan mi mente, y ahora no tengo nada más que una
cajetilla de cigarros.
Lo enciendo, y un humo leve y fino empieza a salir de la
punta. Con la primera calada, se produce en mi un efecto de inhibición,
provocado por la sensación del humo en mi garganta, que hace que mi mente
divague por mi vida como el humo por el aire. Y con las demás caladas veo mis
problemas flotar ante mi.
Ella, el despido, mi pasado, mis secretos, mis miedos…Todo
forma una
espiral ascendente de humo, que exorciza mis lamentos más
íntimos y los eleva en el aire tras arrastrarlos desde mi corazón a través de
la garganta.
En ese instante, cigarrillo en mano, mis problemas me
parecen humo fino que se eleva hacia la luna y me abandonan esta vez para
siempre, de verdad, tranquilo…
Pero algo quema en mi mano, la miro y me doy cuenta de que
el cigarrillo se ha consumido. Lo apago apretándolo contra la pared, y el leve
humo que flotaba se va convirtiendo en nada…Pero los problemas, al apagar el
cigarro, caen otra vez sobre mi desde la luna.
Lloro, saco otro de
la cajetilla y lo examino. Me digo a mí mismo que tengo que dejar de fumar y
lanzo el cigarrillo por la ventana preguntándome si yo caería también así de
rápido.