lunes, 12 de noviembre de 2012

La nada muerta.

Sólo una vez, y ya pasó.
Fue efímero, y murió.
Mi ignorancia lo estranguló,
con manos de sangre que lloran
por lo que ¿fue? y no pasó.
Mi corazón ríe a destiempo,
y baila a un solo compás.
Se da cuenta, tarde ya, del luto que lo envuelve
fuera de hora y con horror.
Llorando, entierra algo que no vivió.
¿Se puede ser el viudo de lo que nunca existió?

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